jueves, marzo 08, 2007

Hoy, las palabras se esconden.
Han salido a dar un paseo por la plaza,
por todas las plazas del mundo.
Hoy, la alegrìa de mis manos se agrieta
y en la soledad, se descubren las distancias.
Mañana, cuando regrese cada letra,
cada palabra tan cansada;
mis manos volaran por el papel...
Mañana no serè nada.
JoelLangarikaPuertoVallartaJaliscoMèxicoCRDR

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hermoso poema...y sin decir adios es la mejor manera de despedirse
Abrazos blogueros


recomenzar.blogspot.com

Kat dijo...

Vengo precisamente de pasar por ese estado..... espero regresen tus palabras, tu inspiración....

Mi amor gracias por la felicitación que me dejaste en mi blog pero recuerda que no existe un día en especifico para la mujer, ni para el hombre, ni para el niño ni mucho menos para el amor.... pues para eso...gozamos de toda una vida para celebrarlo....

Besos..

alida dijo...

Que bello poema, cada palabra sin desperdicio
Siempre hay una ilusión para el mañana, aunque hoy veas tus manos vacías
Un beso con palabras llenas, feliz fine

Anónimo dijo...

Las palabras vuelven, siempre vuelven y vuelan...aunque sea distinto su vestido...

Joel, qué lindo encontrar de nuevo tus maravillosas letras

saludos desde el sur

Cuculí Pop dijo...

Hay una conciencia juguetona,
libre y preguntona,
valiente,
que se vierte en abanicos felices,
cuadernos elegantes
y hojas grises,
o en el viento que cantamos en silencio,
todos divinos, todos buenos,
contentos.

Hay un ángel que me dicta cada surco,
entre las líneas que abandona mi lápiz.
El niño viejo, bueno y malo,
esperando.
Llorando yo, anciano nuevo
y volando.
Lo que en mi alma se ejecuta cantando.
Perverso fiel y bellamente feo.
Atento dulce y diferente:
puro deseo.

Ese loco que obedece a los duendes
y que ignora a aquel que todo lo enciende,
detrás de todas las verdades del tiempo,
vive lleno de palomas de agua,
cuidando a todas sus hermanas de nieve
y brilla como cuervo que se burla
imprudente que comete delicado,
sin embargo, divertidos errores.

Su fiel naturaleza musical
lo hace heredero de otro tuerto viejo,
aquel que ha muerto, el pobre tonto,
el zorro simple,
mi antepasado que ha leído y olvidado
el resultado de bandidos augurios,
y aquellos lentos chirigües presumidos,
como ese largo del pasado que oculta
al quinceañero que quizá -quién sabe-
es el efluvio de una fuerza buscadora
de palabras y caminos nuevos.

La paz divina de la muerte melodía,
que fue mi abuelo y su regreso mentiroso,
o un territorio mariluna luminosa:
la noctiluca del abierto mar,
toda desnuda, mariposa jugar.

¿Cómo puedo saberlo yo?
¿Quién no de niño no ha seguido su instinto?

Yo soy el beso suspendido y la marea!
Yo soy tu viento amanecido y hasta el fin,
hasta que sea!

Yo, feliz.

Clarice Baricco dijo...

Este poema en especial me gustó mucho-mucho.

Besos delfín añil.