
Dejo que las lunas diarias
se vuelvan poesía en tus ojos.
Que la lluvia temprana moje tu ombligo
que la altura de la que estamos hechos;
nos suelte y al caer, al llegar al piso:
La poesía que hay en nos, se haga añicos.
Altura:
Eres tan alto como el tallo ese,
del lirio de un día.
Tan alto, como la acera,
como la suela de mi zapato
que sigue tu sombra a diario.
Eres tan alto, con esa altura que
se prolonga con la soledad y
se expande con el amor de mis manos.
Yo, enano de un circo de abrazos,
miro hacia el cenit de tus ojos,
y pretendo -solamente pretendo-
ampararme al calor de tu mirada.
Caída:
Siempre caigo en el mismo lecho.
En el mismo espacio infinito.
En el suelo amoroso de tus pechos.
Porque al soltar mis alas al viento
me he quedado solo.
Por eso, recurro a un poema que apenas
han dicho tus labios, para hilar alas
con palabras y planear por tus espacios.
Porque en la caída, venceré el temor
que tengo cada vez, que te digo: te quiero.
JoelLangarikaPuertoVallartaJaliscoMèxicoCRDReservados5/06